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Editorial 3 – abril 2024

AFIP: El Cuco de los adultos

Hoy vamos a poner el foco en la Administración Federal de Ingresos Públicos, el ente recaudador de los impuestos nacionales. AFIP, sólo cuatro letras que de sólo enunciarlas genera escalofrío en empresarios pymes y muchos contribuyentes. A continuación, te voy a contar cuando surgió, cuál es su función, qué datos tuyos tiene y cómo hace para controlar cada vez a más personas y de forma más eficiente. Bienvenido, bienvenida a esta, nuestra tercera entrega.

Un poco de historia

En Argentina se recaudan impuestos desde 1810 cuando la Primera Junta cobraba por el transito aduanero. En aquellos años, se gravaba el comercio de mercancías y el principal objetivo era financiar guerras. Con el tiempo se fueron agregando otros hechos imponibles y se fue engrosando las arcas de un país en construcción. Recién en 1877 se creó por ley (la N° 904) la Dirección General de Rentas bajo la presidencia de Nicolás Avellaneda para cobrar impuestos y paliar la crisis (un clásico que se extendió hasta hoy). La DGR fue dirigida por un director general, secundado por dos directores, un formato parecido al actual. Mucho más acá, en 1947, nació la Dirección General Impositiva (DGI) que ya dependía del Ministerio de Hacienda y absorbió todos los organismos tributarios internos y siguió robusteciendo la recaudación.

AFIP como la conocemos actualmente, se creó en 1996 a partir de las reformas políticas y económicas de un par de años antes e implicó la fusión de la Administración Nacional de Aduanas y la DGI, que ya tenía la potestad de recaudar los recursos de la seguridad social. La entidad nació autárquica (con presupuesto propio, capaz de fijar su organización y funcionamiento) y se fundó con el fin de combatir la evasión y ser la encargada de ejecutar la política tributaria y aduanera del país.

Junto con la Administración Federal apareció a fines de 1996 el Régimen Penal Tributario con la sanción de la Ley 24.769 que estableció sanciones por evasión (simple y agravada) y penas de prisión de 2, 3, 6 y hasta 9 años “por declaraciones engañosas, ocultaciones maliciosas o cualquier otro ardid o engaño sea por acción u omisión”. Por entonces, reinaba el 1 a 1 y la norma estableció rango de penas por montos por tributos y por año, importes que no se actualizaron con la velocidad con la que aumentaron otros valores de la economía. Desde su sanción hasta diciembre 2023 la inflación fue de 2731%. El monto actual es de 1,5 millones (evasión simple) y 15 millones (en el caso de evasión agravada). La última corrección fue en 2017.

Cambio de época

La AFIP arrancó como una entidad profesional que fue evolucionando en los últimos 25 años principalmente con la inmensa colaboración que implicó la aparición de internet. La incorporación y aplicación de herramientas tecnológicas le posibilitó mayor eficiencia para acceder a un incalculable volumen de información y controlar más rápidamente y con menor esfuerzo, a mayor cantidad de contribuyentes. En este sentido la institución se fue convirtiendo en líder en el país en modernización y referencia en lo que tiene que ver con servicios de tecnología de la información.

Hoy, 2024 la agencia única que administra el sistema tributario, aduanero y de seguridad social es dirigida por Florencia Misrahi, una contadora que viene del sector privado y ocupa el cargo desde que asumió Javier Milei. Según informó, la entidad cuenta con 21.829 empleados (distribuidos en 73 agencias y 59 aduanas) que controlan a 537.000 empleadores; 14 millones de trabajadores y 4,8 millones de monotributistas. Parecería una lucha desigual, pero con ayuda de la tecnología un funcionario podría escanear y describir en segundos los ingresos, patrimonio y operaciones de cualquier ciudadano y, de esa forma, emparejar un poco la balanza.

¿Sr. Contador me está diciendo que la entidad todo lo ve? Diría que hasta por ahí nomas querido lector. Hay muchísimos movimientos todavía invisibles para el organismo porque sino no se explica como buena parte de la economía argentina es informal y sin consecuencias. No hace falta ser detective para descubrir que hay negocios que no entregan todos los tickets (con descuento si me paga de contado) o que no registran a todos sus empleados (agricultura, construcción o gastronomía, son rubros que pican en punta en este aspecto). ¿Y esto por qué ocurre? Para evitar pagar impuestos (ya contamos en otro Newsletter lo que implica tener en blanco a los empleados), para evadir el cumplimiento de legislaciones laborales (como el salario mínimo, o la cantidad mínima de horas de trabajo); y esquivar el cumplimiento de procesos administrativos, como llenar cuestionarios estadísticos. Ocurre también, hay que decirlo, por una cuestión cultural.

Pero volvamos a la AFIP, ¿qué información dispone de los contribuyentes? Sin que nos demos cuenta puede acceder a cientos de nuestros datos. La Administración federal conoce los bienes registrables que compramos o vendemos, los movimientos de nuestras cuentas bancarias, tarjetas de crédito y débito, los gastos de expensas de edificios o countries, lo que pagamos de obra social, quienes son las personas que trabajan en nuestras casas, a dónde vacacionamos y hasta quien es nuestro contador (nosotros, sin proponérnoslo también estamos adentro del análisis). Y si tuvieras algún tipo de subsidio, asignación familiar o beneficio, ANSES también aportaría lo suyo. En la era de la información todo fluye a partir de un par de clicks.

¿Y cómo lo hace? Las facturas electrónicas y los controladores fiscales de nueva tecnología delatan a vendedores y compradores superados determinados montos, y el resto lo hacen los regímenes de información. Los bancos, colegios privados, los consorcios de edificios y de countries, las empresas de medicina y servicios públicos, tarjetas de créditos, concesionarios, brokers e intermediarios bursátiles, las billeteras virtuales y los fiscos provinciales: todos informan. Es cuestión de ser creativos y saber cruzar los datos, como está ocurriendo en España, que la Agencia Estatal de Recaudación (AEAT), la AFIP de ellos, está determinando la residencia fiscal a partir de la geolocalización de los teléfonos celulares. Lo mismo ocurre con herramientas como Google Earth que desde cualquier computadora permiten localizar nuevas construcciones. Y los avances no se detienen, porque la inteligencia artificial también tiene algo para decir al respecto.

¿Y esa fiscalización la hace todo el tiempo? De acuerdo a lo que vemos habitualmente en el Estudio, diría que hay tres razones principales por las cuales el fisco le pide explicaciones a los contribuyentes. La primera es cuando las Agencias deciden hacer controles puntuales a determinados rubros por decisiones estratégicas de funcionamiento (ocurre por ejemplo cuando la Subsecretaría de Trabajo y fisco se unen para chequear registración de personal). La segunda razón tiene que ver con inconsistencias, cuando detectan situaciones que no cierran a partir de cruce de alguno de los miles de datos de los que hablamos antes. Declaraciones juradas que no cierran, ventas no informadas o consumos/compras que no se condicen con la capacidad contributiva, son sólo algunos ejemplos. Y por último, se investiga a partir de denuncias, un fenómeno que ocurre cada vez con más frecuencia con consumidores hiperactivos y participativos que ejercen sus derechos con aplicaciones de celulares.

En alguna oportunidad, escuché y leí en medios de prensa que AFIP perseguía o brindaba privilegios dictando resoluciones con planes de pagos discrecionales y a medida, favoreciendo a unos pocos contribuyentes. No lo niego, pero tampoco lo ratifico. Hubo causas judiciales al respecto que involucraron al Administrador de la entidad y estuvieron atravesadas por un contexto político. Sin embargo, diría que fueron la excepción, no es algo que ocurre todo el tiempo. Lo habitual es que los requerimientos, inspecciones y verificaciones recaigan en quienes por errores u omisiones incumplen con su parte. Quienes quieren creer en persecuciones y casas de brujas que lo hagan.

Desde que ejercemos la profesión interactuamos con el fisco (su página y funcionarios), y podemos dar fe que en los casos que detecta cumple con sus dos funciones esenciales: recauda (íntima y embarga, o inhibe los bienes) y fiscaliza. “Lo que pasa es que uds, los contadores, son socios de AFIP” me dijeron alguna vez un poco en serio y otro poco en chiste. La realidad es que somos parte del sistema, un eslabón de la cadena, a veces colaborando y otras padeciendo de sus cientos de resoluciones y procedimientos. Qué le vamos a hacer, a esta altura no nos vamos a quejar, es lo que toca. Tenemos más trabajo porque existe AFIP y a veces trabajamos para, y a pesar, de AFIP. Desde ahí podemos aseverar que para los que cumplen y tienen los papeles al día, no hay nada que temer. Para el resto es una cuestión de probabilidades y de riesgos. Cada cual elige…

Gracias por leer, nos vemos en la próxima.

 

 

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