El surgimiento de la Inteligencia artificial (de ahora en adelante IA) está generando una revolución en casi todos los ámbitos y rubros. La tecnología promete transformar la realidad laboral de las personas y la forma de gestionar de las empresas. Los avances traen enormes oportunidades pero también amenazas. La dicotomía entre la promesa de hacernos la vida más fácil, y el ultimátum de dejar ser competitivos y elegibles en nuestros trabajos/profesiones. Todo en un mismo combo. Una puerta que se abre y a su vez un gran signo de pregunta en torno a imaginar cómo será el tiempo que vendrá. Bienvenidos a esta nuevo newsletter mensual, el penúltimo de 2024. Hoy vamos a bucear en el océano de la Inteligencia Artificial e intentar abordar cómo afecta al universo tributario.
Hace unos días conversando con un amigo abogado me dijo: “una parte de mi profesión ya murió con la aparición de la IA. En un instante se pueden procesar cientos de fallos judiciales que a mí me llevaría muchísimo tiempo sentarme a leer, procesar y analizar. No hay manera de competir contra eso”. Otro amigo, también hombre de leyes, me comentó de un descargo judicial realizado íntegramente a partir de la tecnológica que había dejado perplejos a quienes debían evaluarlo con una amplitud, profundidad y grado de detalle jamás visto.
Confieso que para mí es una novedad. Todavía estoy en la fase de prueba e investigación. Por si hay algún desentendido del tema en la sala, en términos simples, la IA puede generar textos, imágenes, audio, video, música y otros contenidos basándose en el tipo de instrucción que recibe y contestar en base a las enormes cantidades masivas de datos con los que fue entrenada. Es capaz de crear contenido de todo tipo: información muy precisa, otra que suena sensata pero no está actualizada, u otra que es incorrecta o directamente inventada (son los consejos equivocados que se conocen como “alucinaciones”). El fenómeno asusta por la inmediatez de las respuestas.
Que ocurre con los impuestos
En el mundo tributario la IA influye como en el resto de las actividades. A simple vista llegó para seguir agilizando y simplificando cientos de tareas esquemáticas. En un pasado no tan lejano existían “bots” que procesaban rápidamente, por ejemplo, facturas de ventas. Una tarea que a los humanos nos llevaba horas, la resolvía en segundos. Hoy, existe una vuelta de tuerca y las soluciones son aún más eficaces. Con la ayuda de la IA se puede acceder a consultas inmediatas sobre el tratamiento de operaciones específicas en materia de impuestos o combinar diferentes tipos de normativas. Como en otros rubros, la nueva clave para nosotros los profesionales parece estar en auditar si la información es fidedigna para cada caso, poder separar la paja del trigo. Lo estimulante es que nos ahorra tiempo que no sobra.
Otro de los potenciales beneficios es el análisis de los datos, algo que ya están aplicando los organismos recaudadores. El volumen de información es enorme. Piense usted amigo/a lector o lectora, la cantidad de datos suyos que se comparten. Su DNI en el supermercado, su cuil en sus recibos de sueldo, su cuit en sus ventas y compras (la información en tarjetas de créditos, viajes, expensas, colegios, obras sociales, todos con empresas u organismos que informan al fisco). Todo es factible de ser cruzado, analizado, controlado, y las maquinas pueden hacerlo mejor que nadie. Ahí la mejora ya está siendo brutal y nadie quiere perdérsela, tanto los organismos recaudadores de nación, como las provincias y los municipios están tendiendo a aplicar las tecnologías con mayor o menor avance. Aquí es donde la IA puede ser invaluable, permitiendo verificar datos específicos entre millones y realizar controles o detectar tendencias o inconsistencias en cuestión de segundos.
Para que utilizan la IA los fiscos
Desde hace algunos años atrás que miden los desvíos de los cumplimientos de los contribuyentes. La Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ex AFIP) la utiliza en controles aplicados sobre los impuestos y las obligaciones laborales. Las oficinas de Rentas provinciales elaboran indicadores de riesgo fiscal que utilizan para diferenciar a los contribuyentes de acuerdo a la conducta tributaria que registran.
Otra pauta del sistema tributario son las presunciones. Algunos indicadores, como el de la capacidad operativa de las empresas, no están reglamentados en las normas y permiten que ARCA utilice este argumento para por ejemplo impugnar deducciones del gasto en el impuesto a las ganancias, no permitir el cómputo del crédito fiscal del IVA y desautorizar la devolución de los créditos en los comprobantes vinculados con bienes o insumos incorporados a exportaciones.
Otro uso tiene que ver con acciones de control de verificación y por medio de inducciones, comunicaciones, requerimientos, fiscalizaciones, tendientes a promover el cumplimiento de las obligaciones formales y materiales. El máximo órgano de recaudación estableció también un sistema de Capacidad Económica Financiera (Sistema CEF), que sirve como uno de los instrumentos para la gestión de riesgos. Dicho sistema se basa en los datos brindados por el propio contribuyente y por terceros, contempla una fórmula que calcula mensualmente con relación a su condición y actividad económica, patrimonial y financiera. Dicho parámetro será considerado representativo de su capacidad para realizar, en principio, ciertos actos económicos y sus consecuencias tributarias o para las operaciones de comercio exterior.
Otro Sistema es el Perfil de Riesgo (SIPER), que es una calificación que se realiza todos los meses sobre el cumplimiento, es decir si se presenta y paga todas las obligaciones. Se identifica el comportamiento fiscal y en función de ello se asigna una categoría (de la A a la E) concediendo o limitando beneficios vinculados con la recaudación, devolución y/o transferencias de impuestos y recursos de la seguridad social, según el caso de que se trate. También, de acuerdo con la categoría, se otorgan beneficios diferenciales en la solicitud de planes de facilidades de pago y otras gestiones.
Nuestro sistema tributario además está repleto de retenciones y percepciones que deben ser procesadas y analizadas cuidadosamente, ya que las empresas que actúan como agentes son responsables de estos impuestos que resultan ser de terceros y las penalidades por errores u omisiones son severas y cuantiosas. Además, ya prácticamente no quedan documentos o comprobantes que no sean digitales. El análisis demanda de controles y conciliaciones, que claramente se agilizan con el uso de inteligencia artificial.
¿Y qué ocurre con las declaraciones juradas?
Desde hace mucho tiempo que leemos que ARCA trabaja para simplificar la presentación de las declaraciones juradas, especialmente del impuesto al valor agregado hasta el punto de que cada contribuyente pueda presentarlas por sus propios medios. Es algo que tarde o temprano se va a implementar como ocurre en otros países, con algunos impuestos auto determinativos.
¿La inteligencia artificial puede ayudarte? Claro que sí, aunque todavía las leyes, normas y resoluciones tributarias argentinas no son lo suficientemente claras y sencillas como para subestimarlas. Hoy los profesionales y asesores cumplimos un rol de educar y advertir de los riesgos de cada decisión. Siempre decimos que nosotros los contadores vendemos “confianza” a partir del conocimiento, la experiencia y el cuidado de la información. La IA todavía no la brinda completamente pero no está muy lejos.
Las amenazas tienen que ver con la exactitud de los resultados y con la seguridad (y confiabilidad) de los datos, dos cuestiones vitales para el uso responsable de la herramienta como también la ética y la supervisión para que se la utilice.
Estamos transitando un punto de inflexión que exige un análisis detallado y una implementación estratégica para darle el uso correcto. Poder simplificar y mejorar la forma de presentar, recaudar y controlar los impuestos (depende de que prisma se lo mire). No creo que vaya a reemplazarnos, pero si a obligarnos a repensarnos y desempeñarnos de otra forma. La IA ya está acá, entre nosotros; solo resta definir cómo, dónde, cuándo y para qué la utilizamos. El futuro de la inteligencia artificial no está escrito; será cuestión de que entre todos le demos forma.
Gracias por leer, nos vemos en la próxima…