Argentina y los impuestos
Voy a comenzar esta serie de envíos mensuales con un tema habitual que suele surgir en charlas con clientes del Estudio que tiene que ver con el sistema impositivo argentino y cómo nos afecta a los distintos contribuyentes en nuestra vida cotidiana. Voy a partir de frases que suelo escuchar como verdades reveladas que se instalan y que no siempre son cien por ciento ciertas para intentar describir cómo es el sistema actual y sus alcances.
“Es impresionante la cantidad de impuestos que hay en Argentina”. Según la IARAF (Instituto Argentino de Análisis Fiscal) que es una entidad que se ocupa de realizar mediciones en el país, en 2022 había cerca de 150 tributos (entre impuestos nacionales -45-, provinciales -25- y locales -78- que recaudaba el estado en sus distintos niveles). El número de por sí parece grande pero no dice demasiado porque el 90% de la recaudación está concentrada en 10 impuestos (entre ellos los más conocidos como Ganancias, Ingresos Brutos, la parte del 931 de AFIP -Aportes y Contribuciones de Seguridad Social- y el IVA). Lo preocupante no es solo la cifra sino la falta de coordinación. Es como una gran anarquía en la que cada cual recauda a partir de su necesidad, especialmente provincias y municipios sin tener en cuenta lo que ya cobra Nación. El sistema es poco claro, en general los contribuyentes no saben bien qué pagan, dos ejemplos: los pasajes en avión y el combustible, en los que uno descubre en tickets no solo impuestos sino también más de una tasa. Además, ocurre que se grava de maneras diferentes las mismas actividades.
“La presión fiscal es de las más altas del mundo”. El concepto remite al precio que ejercen los estados (en sus diferentes niveles) sobre la Economía y se mide tomando el porcentaje de recaudación sobre el PBI (producto bruto). El dato en argentina de 2022 fue cercano al 30% y si uno mira gráficos una primera conclusión que surge es que el número fue creciendo de manera sostenida en los últimos 40 años. En comparativa, en un ranking de 66 naciones que midió OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) en 2021, el nuestro se ubicó a mitad de tabla y en Sudamérica el país aparecía segundo detrás de Brasil pero no muy por encima de sus países vecinos. El asunto es ver el tipo de servicio que se brinda como contraprestación de lo recaudado, cómo se utilizan los recursos y el tamaño del Estado, temas calientes que puso en agenda de discusión el reciente nuevo gobierno. La contracara de la moneda es la economía informal (especialmente en la registración del personal) y la evasión fiscal que abunda en nuestro territorio en casi todas las actividades.
“Argentina es un país tributariamente muy complejo”. Quien abre un negocio en cualquier provincia además de darse de alta en los impuestos y obtener una cuenta bancaria debe habilitar el local lo que implica ingresar en un laberinto de tramites al que debe destinar no solo dinero sino también mucho tiempo por la falta de simplificación que existe. Y no hablo de constituir una sociedad – persona jurídica – que implica aún más días (puede representar cerca de un mes). Y luego en el desarrollo de la actividad es imprescindible confeccionar declaraciones juradas y pagar impuestos o tasas a los diferentes fiscos (nacionales, provinciales y municipales). Pero la historia no termina ahí, también hay que destinar tiempo a completar formularios o enviar información a otros terceros como bancos, sindicatos, subsecretaria de trabajo, por citar algunos ejemplos. Transportar mercadería y cruzar jurisdicciones o inscribirse en registros especiales (existen muchísimos) suele ser tareas desafiantes por usar un término ameno. A partir de los avances tecnológicos y de la pandemia algunos trámites tendieron a simplificarse, pero la realidad es que todavía existe demasiada burocracia.
“Hay malos impuestos o inequidades entre distintos contribuyentes”. Los tributos recaen sobre el consumo, sobre el patrimonio o sobre la renta o riqueza de las personas físicas o jurídicas. El sistema argentino descansa en tres pilares fundamentales: IVA, Ganancias y Contribuciones a la Seguridad Social. El esquema refleja una mayor participación de los impuestos al consumo que en lugar de los factores de la producción, que están más concentrados en las rentas del trabajo que en los ingresos de capital. En el caso de los impuestos al consumo, uno de los principales que recaudan las provincias es el Impuesto a los Ingresos Brutos, que es un impuesto en cascada, donde cada uno de los eslabones de una cadena de comercialización lo agrega al precio final, por lo cual los productos tienen una alta carga impositiva. Esto provoca que existan en muchos casos tributos de diferentes jurisdicciones que graven la misma actividad. Por ejemplo, si una persona compra un auto en Neuquén, que tiene partes fabricadas en Córdoba, que a su vez fueron construidas con piezas de Buenos Aires, cuando la automotriz se lo vende al comprador se paga Ingresos Brutos tres veces.
La equidad consiste esencialmente en que las personas que se encuentran en la misma situación reciban el mismo trato fiscal. Cuando uno compara lo que paga de ganancias un monotributista (tiene un impuesto integrado), con un empleado en relación de dependencia (cuando le retienen) y un autónomo que ejerce su profesión encuentra grandes diferencias en el peso que tiene para uno y para otro (los primeros pagan significativamente menos).
Por último, y para cerrar esta primera entrega los contribuyentes, protagonistas centrales del sistema. Algunos sufren más que otros las consecuencias (especialmente quienes padecen retenciones) y otros simplemente lo toman como una variable más dentro de la aventura o que implica emprender o realizar una actividad económica en Argentina. Nos vemos en la próxima.
Fuentes www.iaraf.com.ar , https://www.oecd.org/