Contar con crédito
Una cuestión clave para las empresas es el acceso a financiamiento que no abunda en nuestro país. A continuación, te vamos a explicar por qué ocurre y cuáles son las diferentes opciones.
En la asignatura Economía de la facultad aprendí que los factores de producción fundamentales que cualquier empresa necesita para funcionar son la tierra, el trabajo y el capital. Como una especie de receta de cocina, con esos tres ingredientes se supone que alcanza. La tierra incluye los recursos naturales, el trabajo la mano de obra o el esfuerzo de los empleados, y el capital la inversión, los sacrificios económicos para hacer frente al desafío que uno encare. Hoy, quiero hacer foco en este último punto porque muchas veces me encuentro con proyectos que son íntegramente financiados con capital propio durante sus diferentes etapas, o empresas de años que jamás obtuvieron préstamos bancarios y es algo que no deja de llamarme la atención. Vamos a intentar desmenuzar juntos por qué ocurre, la injerencia de los bancos y la información que piden, la educación financiera, la percepción de los empresarios y cuáles son las diferentes herramientas que ofrece el mercado. Bienvenidos a una nueva entrega de nuestro newsletter mensual.
Rol de los Bancos
En el último año y medio los bancos volvieron a ser bancos y a pararse de cara a la gente ofreciendo alternativas y compitiendo entre sí, y reaparecieron los créditos o mejor dicho surgieron nuevas oportunidades, especialmente de créditos hipotecarios. Un par de años antes, una gran parte del circulante bancario se destinó al sector público, dejando menos dinero disponible para empresas y familias. La alta inflación y las fluctuaciones cambiarias rompieron casi todo, incluso los préstamos, con tasas de interés moviéndose a ritmo de otros precios de la economía, se generó una pausa produciendo mesura incluso en quienes deberían otorgar financiamiento. Las regulaciones y políticas económicas también hicieron lo suyo, y así llegamos a esta situación actual.
De acuerdo a la Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA), Argentina es el país de la región que posee menos volumen de préstamos y depósitos bancarios en relación a su producto bruto interno (estamos en el orden del 10% de PBI, uno de los más bajos del mundo, mientras que el promedio de la región es del 50%, ni hablar los países desarrollados que superan ampliamente el 100%). Esto significa que Argentina es el país de Latinoamérica que menos créditos le entrega al sector privado productivo.
El sistema financiero argentino está conformado actualmente por 74 entidades financieras, de las cuales 61 son bancos (13 públicos y 48 privados). En los últimos 40 años se evidencia una caída de casi el 70% (de 236 a 74 a hoy). La tendencia mundial indica que los países con un sistema financiero más desarrollado cuentan con un banco cada 70.000/100.000 habitantes. Sin embargo, en nuestro país apenas hay uno por cada 625.000. Para citar algunos ejemplos relevantes de la región, Estados Unidos cuenta con un banco cada 70.000 habitantes, mientras que Brasil tiene uno cada 100.000 habitantes. Números que reflejan lo atrasado y lo distante del sistema nacional respecto a otros países que motorizan o dinamizan la economía a través de créditos. Hay poca oferta y pocos oferentes.
Educación Financiera
Una de las cuentas pendientes es la falta de educación formal en finanzas en general. Es común encontrarse con empresas Pymes (el principal motor de la economía) que funcionan sin presupuestos ni planificación financiera. Lo normal al momento de invertir es tirarse a la pileta esperando que una idea funcione sin demasiados planes o modelos de negocios estructurados. Es una regla. Lo habitual es ver a empresarios que no tienen bien claro cuánto ganan o dónde está el dinero que generan. No hay escuelas o lugares a dónde formarse como empresario. Es hacer y ver qué pasa, un prueba y error permanente. Ni siquiera alcanza con ser profesional porque en las facultades tampoco lo enseñan. En ese contexto, los bancos son un jugador más y persiguen su propia lógica, aunque deberían mínimamente explicar con profundidad las herramientas que ofrecen.
Un ejemplo es el dato que arroja una encuesta del Banco de Desarrollo de América Latina de 2018 entre 39 países evaluados, Argentina estaba en el puesto 37 en educación financiera. No sólo comparado a nivel mundial, un retraso también en el plano regional.
Falta de confianza, flojos de papeles y alternativas para pocos
Quienes están por encima de los cuarenta años fuimos atravesados por la crisis del 2001, la confiscación de depósitos, el corralito, una excentricidad con pocos antecedentes a nivel mundial. Mucha gente perdió, algo, un poco o todo. A casi 25 años, todavía existe una barrera emocional que duele o por lo menos genera algo de incertidumbre. Aquel cimbronazo rompió la confianza con las entidades financieras, un activo difícil de recuperar después de que se quiebra ese pacto.
Otra barrera es la información disponible. Las carpetas de muchas PYMES no están a la altura de las exigencias bancarias. Las entidades financieras suelen pedir: historia crediticia (antigüedad), nivel de actividad (ventas), balances con buenos resultados, flujos de fondos positivos y garantías, para poder cobrarse si la empresa no responde. Parece lógico, sin embargo, muchas veces no se contempla el contexto, la potencialidad o situaciones particulares de distintos rubros. Y es por eso que se produce esa disociación entre las expectativas (nunca los bancos prestan lo que a las pymes les gustaría) versus las exigencias porque los análisis muchas veces son exhaustivos.
Por otra parte, observo que el mercado ofrece alternativas para proyectos productivos bien claros y fundamentados, especialmente los que están alineados con las propuestas de las entidades que lo fomentan, como la sustentabilidad, el cuidado del medio ambiente o los que incluyen productos de economías regionales. El Consejo Federal de Inversiones (CFI) el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y organismos provinciales van en ese sentido. Hay plata para el que reúna las condiciones y esté a la altura del desafío.
Otros instrumentos
Además de préstamos existen otras alternativas de financiamiento en el mercado que muchas veces no se conocen. De corto, mediano o largo plazo, pensados para financiar lo que la pyme necesite. Algunos ejemplos:
- Cheque de Pago Diferido (CPD): Es bancario, tanto en formato papel como electrónico. Dado que tiene un plazo máximo de 360 días es el medio más utilizado para financiar capital de trabajo aplicando una tasa de descuento.
- Factura de crédito electrónica (FCE): más conocido como factoring, es el comprobante comercial de operaciones de venta o prestaciones de servicios que se genera en una cadena de valor por una empresa PyME (proveedores) a una empresa grande. La FCE fue reconocida como valor negociable a través de la Ley de Financiamiento Productivo de 2018, y su uso todavía es incipiente.
- Obligaciones Negociables (ONs): son títulos de deuda autorizados por la Comisión Nacional de Valores a la oferta pública emitidos por empresas privadas. Es un instrumento de renta fija. Se puede estructurar a medida de las necesidades de financiamiento de la empresa, y resulta ideal para financiar proyectos de inversión, refinanciar pasivos o para mejorar la estructura financiera de la compañía. Para los emisores PyMEs existen dos regímenes de ON específicos: el Régimen PyME simple y el Régimen PyME garantizado.
- Fideicomisos Financieros (FF) PyME: son instrumentos con oferta pública en donde una empresa que califica como PyME CNV (fiduciante) cede activos a ser administrados por una entidad registrada ante CNV como Fiduciario Financiero y, contra esos activos, se emiten valores negociables que se colocan y negocian en mercados autorizados.
- Sociedades de Garantía Recíproca (SGR): Son sociedades anónimas, constituidas de acuerdo a un marco legal específico, con el objetivo de facilitar la gestión de créditos, que realicen sus socios partícipes (pymes), brindándoles garantías y asesoramiento técnico, económico y financiero.
- Crowdfunding. Consiste en la cooperación colectiva, se basa en la “idea de que existen personas con dinero que quieren apoyar las ideas de los demás”. Es la posibilidad de que se genere una unión masiva de inversores de proyectos que se financian con ínfimos aportes. Tiene bajos riesgos de inversión.
Conclusiones
Las empresas necesitan crédito. Para crecer y sostenerse. El capital propio tiene un techo. Se necesitan más y mejores ofertas, una mayor flexibilidad en las garantías exigidas y en los plazos de devolución.
Ofrecer créditos implica generar condiciones, allanar el cambio especialmente para las empresas que no especulan, que producen y generan empleo. Las provincias están teniendo un rol importante constituyendo fondos de garantía y trabajando en herramientas para pensar el largo plazo. Es un paso fundamental para construir futuro que es lo que cualquier país que pretende crecer necesita.
En Argentina hay gente que funda empresas o apuesta a desarrollar ideas, fabricar productos o prestar servicios en cualquier contexto a pesar de las adversidades. Esos “locos patriotas” si se me permite el término, necesitan opciones para que la cumbre no sea tan empinada y para que emprender no sea un lucha de quijotes contra molinos de vientos.
Bonus Track
Te comparto algunos sitios de internet que deberías conocer:
Los bancos permiten simular préstamos a través de sus páginas web.
Joaquín Soto
Contador Público Nacional (UBA)
T° X – F° 186 | CPCEN