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Editorial 7 – Agosto 2024

La culpa no es del contador

En las próximas semanas vencen declaraciones juradas de Ganancias y Bienes Personales con leyes que acaban de cambiar. Se está aplicando una nueva Moratoria y está vigente un Blanqueo de Capitales que todavía no está ciento por ciento reglamentado. La ley de bases y el paquete fiscal trajeron consigo modificaciones en materia laboral. Todo hay que estudiarlo para poder explicarlo y transmitirlo. Y todo es para ayer. El tiempo nos atropella como si fuera uno de los toros en la corrida de San Fermín. Son días difíciles para los profesionales en ciencias económicas que ejercemos en forma independiente. Pero esta, no pretende ser una Editorial para quejarme o poner excusas. Me pareció una gran oportunidad para describir algunas situaciones que atraviesa nuestra profesión y hacer foco en tres aspectos: cambios, inflación y la tecnología. Pase, siéntese y disfrute de éste, nuestro séptimo newsletter del año.

Época de cambios

A los contadores externos nos suelen contratar para que liquidemos impuestos, calculemos sueldos, elaboremos contabilidades y, también para que asesoremos. Que digamos que conviene, que ponderemos y alertemos sobre riesgos, y que, en base a nuestro conocimiento y experiencia, recomendemos los caminos más llanos.

El tema es que en los últimos años en Argentina algunos caminos (las normas, las reglas, los principios) se fueron haciendo sinuosos frenéticamente. Los impuestos cambian con los gobiernos, y de un lado para el otro. Voy a intentar ser más gráfico con algunos ejemplos.

Bienes Personales arrancó como un impuesto “transitorio” el 31 de Diciembre de 1991 con una vigencia de 9 ejercicios fiscales y se convirtió en permanente. Treinta y tres años después, estamos asistiendo a un nuevo intento por hacer desaparecer este impuesto al patrimonio (o a la riqueza personal) como ocurrió a mediados de 2016 con motivo de la reforma que trajo el blanqueo de capitales y la reparación histórica para jubilados y pensionados. La ley 27.260 propuso la reducción paulatina de las alícuotas para los años fiscales 2016, 2017 y 2018, algo que finalmente no ocurrió. El cambio de gobierno trajo modificaciones que incrementaron las alícuotas hasta el 2,25%. Ahora, la promesa es parecida, que las escalas de la tabla vayan descendiendo hasta desaparecer en 2028. Otra vez la misma película, con trama parecida y final incierto. ¿Qué va a pasar con el futuro de este impuesto? Quien sabe.

Con Ganancias, uno de los impuestos que más recauda, lo mismo. La inflación lo fue distorsionando, no se actualizó lo suficiente y los pocos cambios fueron con parches y decretos. En 2023 por decisión del ministro-candidato se subió el piso dejando fuera del alcance a la mayor parte de los trabajadores en relación de dependencia, siete meses después, una ley del congreso restituyó el impuesto como estaba antes. No pretendo hacer un juicio de valor de la medida, simplemente describir los vaivenes de las decisiones.

Ya hemos hablado en este mismo espacio pero en otras oportunidades de la historia de las moratorias. Los viejos contadores solían exponer que antes, en otros tiempos, había una amnistía fiscal cada 10 años. Como si fuera una especie de asterisco en el calendario. En treinta o cuarenta años de recorrido profesional uno podía ser testigo del fenómeno en tres o cuatro oportunidades. En los últimos once años hubo cinco perdones fiscales (en 2013, 2016, 2019, 2020 y 2024). Más allá del dato pintoresco, lo que aparece como excepcional deja de serlo, y la oportunidad tiene una importancia relativa también para quienes asesoramos.

Algo semejante ocurre con el flamante Blanqueo de Capitales. Cómo explicar por qué el de 2016 prometía una cosa y a los meses se cambió; cómo garantizar que lo que augura el actual no se modificará en los próximos años. Es que todo cambia muy rápido en Argentina.

El flagelo de la inflación

Uno de los males crónicos que aqueja al país y también a nuestra profesión es la inflación. Las tres cifras de porcentaje de los últimos años produjeron deterioros en todos los sectores. Nos fuimos adaptando, acostumbrando a convivir con la distorsión de precios. En nuestro rubro, de golpe por aplicación de un método nos encontremos intentando explicar por qué empresas tienen que pagar impuestos aunque no tengan resultados positivos, o por qué sociedades económicamente sanas presentan balances contables con quebrantos, que no sirven para calificar positivamente las cuentas de los bancos. Cosas que pasan.

Las constantes alteraciones de cifras mes a mes también condiciona al momento de calcular rentabilidades, hacer proyecciones, valuar activos o definir stocks de mercaderías. Todo es más difícil.

El impacto de la tecnología

Los avances tecnológicos con la irrupción de la inteligencia artificial están atravesando casi todos los rubros y el nuestro no es la excepción. La profesión ya no es la misma. Si bien todavía aparecen papeles arriba de nuestros escritorios ya no son necesarios. Los organismos se están adaptando por elección o por la fuerza. La pandemia fue un golpazo en ese sentido, y significó un antes y un después. AFIP tiene una página web que no responde todo el tiempo y como a los contadores nos gustaría. La nueva clave parecería ser qué hacer con tantos datos. Como procesarlos y analizarlos para que sirvan.

Cómo ejemplo, estas últimas semanas el fisco desarrolló una estrategia novedosa: la inducción. Se trata de una comunicación en potencial, una especie de desconfianza y la recomendación de ingresar al nuevo Blanqueo para evitar problemas. “Nos contactamos para informarte que se han detectado inconsistencias en el cumplimiento de tus obligaciones tributarias”, así comienza la carta que le llegó por estos días a cientos de contribuyentes. Una amenaza sutil, sin mayores detalles. Ya lo había hecho en algún momento con el personal de casas particulares, sospechando que por determinado nivel de ingreso era raro que no tuviera personal a cargo en su residencia. Para nosotros, los asesores, otro desconcierto.

Toca volver a estudiar, algunas cuestiones desde cero mientras esperamos ampliaciones o nuevas reglamentaciones de normativas. Hay que estar preparados, no va a ser cosa que trastabillemos porque será nuestra culpa, porque teníamos que saberlo. Será el castigo por no advertir a tiempo. Desde hace un tiempo los contadores somos la válvula de escape de un sistema perverso, en un país complejo por donde se lo mire.

Nos vemos en la próxima…

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