El trabajo en Argentina
En esta segunda entrega vamos a hablar de lo que ocurre con el empleo en el país.
Uno de los servicios que brindamos en el Estudio es la liquidación de sueldos de diferentes convenios colectivos y el asesoramiento laboral. Y al igual que con los impuestos, los temas que naturalmente surgen son la complejidad de las condiciones actuales y lo costoso que implica contratar trabajadores. Hoy, vamos a hacer foco en el trabajo, y en quienes lo ofrecen.
De acuerdo a un informe del INDEC de enero de 2024 (que arroja datos de fines de 2023) el mapa actual es así: casi el 6% de la población económicamente activa está desocupada (más de 1 millón de personas, el porcentaje se duplica entre los jóvenes). Entre los “ocupados” que son 13,4 millones; el 74,8% son asalariados repartidos en el sector privado, público y trabajadores de casas particulares; mientras que el 25,2% restante, son personas que ejercen en forma independiente como autónomos (están en Régimen General) o son Monotributistas. Y después están los informales, los caídos del sistema.
Más allá de la foto que muestra números o porcentajes estáticos y sin considerar todavía los efectos de los primeros meses de la gestión de Javier Milei, lo preocupante es la película. Si uno compara mismos datos interanuales de fines de 2022 las cifras reflejan un aumento de sólo 2,4% del empleo asalariado de 241.700 nuevos empleos (de los cuales 108.500 son públicos), lo que marca la pauta de que crece muy poco el empleo privado. Y si uno va más atrás todo es peor: en Argentina, de acuerdo a los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino, desde 2012 el empleo privado creció sólo un 4,6%.
¿Y por qué no aumenta el empleo?
Las empresas o emprendedores contratan cuando tienen más actividad y están creciendo, o cuando invierten y apuestan a que pronto van a crecer. La principal razón tiene que ver con ese incremento de la producción (o mayor prestación de servicio). Existe una relación directa entre la creación y crecimiento de las empresas con el aumento del trabajo. Uno podría pensar, en el contexto del país, que incentive o aliente, pero en Argentina se emprende a pesar de todas las adversidades.
El último tiempo, post pandemia, trajo aparejado el incremento de trabajadores independientes con más velocidad que la conformación de empresas. Entre 2019 y 2023 los monotributistas crecieron al triple de velocidad que el empleo privado formal. Surgieron nuevos emprendimientos o autoempleos bajo la condición del régimen simplificado. Más que un auge emprendedor, buena parte de esos proyectos propios corresponden a empleos asalariados registrados que no se crearon, o donde se esconden relaciones informales (las cooperativas son otro ejemplo de este último fenómeno).
Otra razón por la que no crece tanto el empleo se explica por el alto costo salarial. Al sueldo que percibe el trabajador se le agregan aportes y contribuciones que realizan tanto empleador como empleado y que se destinan al Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (INSSJP) y a la Administración Nacional del Seguro de Salud (ANSSAL). Quien emplea tiene que aportar a un fondo de desempleo, asignaciones familiares, contratar además seguro de vida obligatorio y destinar un porcentaje a una aseguradora de riesgos del trabajo (ART). La historia no termina ahí, porque también están los aportes sindicales de acuerdo al convenio colectivo que está en función de la actividad que se desarrolle (por ej., en Comercio se aporta obligatoriamente a FAECyS que es la Federación Argentina y a INACAP que es un Instituto de Capacitación).
El porcentaje depende de la actividad y el convenio, pero la suma de todo el combo anterior supera el 50% lo que quiere decir que por cada $100 mil pesos que recibe el empleado hay que considerar más de $150 mil que paga el empleador de su bolsillo (entre lo propio y lo descontado del recibo) entre Impuestos, Seguros y Aportes Sindicales. Y esta situación no distingue de tamaños porque el costo salarial es porcentualmente igual para el dueño de un kiosco con un solo empleado, un comercio mediano o una gran fábrica de mil trabajadores. Existen incentivos y beneficios pero que no cambian significativamente la conclusión. Los principales dadores de trabajos (entre el 70 y 90% del total) son las MiPymes (micro, pequeñas y medianas empresas).
Otra razón por la cual no crece el empleo en Argentina tiene que ver con las modalidades de contratación. La Ley de Contrato de trabajo es de 1974 y desde entonces no hubo cambios sustanciales en la forma de contratar para la mayoría de los rubros. La norma que rige es el tiempo, donde el más habitual es indeterminado.
Para encontrar alternativas hay que ir a la industria automotriz, donde los convenios se establecen por empresa. En Toyota, por ejemplo, el sindicato mecánico consensuó una serie de reformas para fortalecer la productividad y la firma ofrece salarios y compensaciones más altas del rubro. Otra excepción es el gremio de la Construcción donde el plazo es determinado y existe un fondo de desempleo que consiste en depositar un porcentaje (8% el primer año y 12% a partir del segundo) extra del salario mensual que se deposita en una cuenta bancaria especial y que luego de la relación, el empleado utiliza (es de libre disponibilidad).
Hay otro tema que está relacionado con el asunto son los juicios laborales. Durante la década del 90´ se realizaron reformas que apuntaron a fomentar la creación de empleo registrado y penalizaban el trabajo no registrado. La medida no fue tan satisfactoria, pero el sistema de multas quedó vigente. Esta es la principal razón por la que uno se encuentra con reclamos que llegan a quintuplicar el sueldo mensual de un empleado con pocos meses de antigüedad. En 2003, había 3 mil juicios laborales y 20 años después, en 2023, según un informe de la Unión de Aseguradoras de Riesgo de Trabajo (UART), se realizaron 117.348 juicios por accidentes que son sólo uno de los aspectos por los que los empleados pueden iniciar acciones (algo que hacen muy pocos trabajadores por temor a perder el trabajo o por desconocimientos de sus derechos). Si uno compara con la cantidad de trabajadores activos, el número es relativamente bajo, sin embargo, la litigiosidad laboral creció exponencialmente y es un factor que desmotiva a quien la sufre.
La realidad indica que más allá de la necesidad, existen pocos incentivos para contratar empleados. El gran desafío para el país es generar condiciones para que haya más y mejores empresas, y como consecuencia, crezca sostenidamente el trabajo, que es uno de los factores de producción (junto a la tierra y el capital). Visibilizar el tema, discutirlo entre los diferentes actores (cámaras, sindicatos y gobiernos de diferentes niveles) y establecer nuevas y mejores condiciones, debería ser una de las próximas prioridades. Algo tiene que cambiar.
Fuentes consultadas:
Secretaría de Trabajo, Empleo y Seguridad Social / Sistema Integrado Previsional Argentino / INDEC / https://www.argentina.gob.ar/trabajo/estadisticas / Unión Argentina de Riesgo de Trabajo